Era un día soleado como hoy, había mucho revuelo ya que todos estaban ansiosos por subir al barco. La época era muy dura y nosotros esperábamos que el barco llegase para llevarnos en busca de nuevas oportunidades, para algún día volver a casa con grandes riquezas. El Valbanera era el barco que venia desde Tenerife para llevarnos a Cuba.
A las cuatro de la tarde el Valbanera llego a puerto. Yo subí entusiasmado, sabía que este era el viaje más importante de mi vida. Con un amigo charlé asta que el barco
zarpo, pero algo interrumpió nuestra conversación , una de las dos anclas de barco se cayo en una extraña maniobra del capitán. Todos se asustaron mucho, pero los tripulantes calmaron a los pasajeros. Yo me dirigí a la proa por que había un gran murmullo, al llegar pregunte a un señor que era lo que había ocurrido y me explico que en una maniobra extraña del capitán, una de las anclas cayo al mar.
Yo en aquel entonases no le di una gran importancia, pero había gente que si, y avecinaban un mal presagio.
A las dos semanas de viaje, llegamos a Santiago de Cuba. Muchos pasajeros se bajaron
del barco ya que tenían miedo de continuar asta La Habana aunque ya tuvieran su pasaje pagado hasta allí. Luego de que los pasajeros terminaran de desembarcar partimos hacia La Habana. De camino a la Habana , nos topamos con una gran tormenta.
El barco se balanceaba como si fuera un niño en un columpio. Llegando a la Habana
el capitán mediante señales luminosas pedía socorro al puerto, pero desde el puerto,
se indico que no se podía prestar ayuda debido a la tempestad y se ordeno permanecer en alta mar hasta que finalizase la tormenta. La tormenta fue a peor, y de repente, salida de la nada, una ola de más de 20 metros golpeó el barco. Todos estaban muy asustados los hombres y las mujeres rezaban mientras que los niños no paraban de llorar.
De pronto, hubo un gran estruendo y como si de un terremoto se tratase todas las luces del barco se apagaron y un gran temblor se hizo notar. La gente corría por los pasillos del barco a oscuras y no paraban de gritar, yo voy por el pasillo y noto que mis pies están salpicando agua. Resultaba que se había hecho una fisura en el casco del barco y se estaba filtrando agua en pocos minutos todo el barco comenzó a inundarse de agua.
Yo estoy muy asustado como todos los pasajeros, y en este instante lo único en lo que pienso es en el porque no me había quedado en La Habana en aquella parada.
Mis piernas comienzan a temblar y no ya empiezo casi a nadar para moverme, de pronto el barco ase un extraño y vuelca, todo se llena de agua y ya casi no se puede respirar, yo levanto la cabeza lo mas que puedo pero tengo que salir lo antes posible del barco, me dirijo a el camarote para intentar salir de una de las ventanas.
Cuando llego al camarote intento romper la ventana. No se rompe y yo
Ya me imagino que este es mi fin en una tumba acuática.
Consigo romper la ventana, y salgo nadando lo más rápido que puedo asía la superficie,
llego a la superficie casi asfixiado y sin aliento veo un bidón de aceite y me agarro a él para poder flotar después de casi 5 horas a la deriva cuando ya ha pasado la tormenta, me recogió un atunero, a ellos les debo la vida, no sé si hubo más supervivientes.
Los atuneros me dieron una manta para abrigarme y me llevaron a Santiago de cuba allí conseguí trabajo y volví a la palma tras 7 años en Cuba.
A las cuatro de la tarde el Valbanera llego a puerto. Yo subí entusiasmado, sabía que este era el viaje más importante de mi vida. Con un amigo charlé asta que el barco
zarpo, pero algo interrumpió nuestra conversación , una de las dos anclas de barco se cayo en una extraña maniobra del capitán. Todos se asustaron mucho, pero los tripulantes calmaron a los pasajeros. Yo me dirigí a la proa por que había un gran murmullo, al llegar pregunte a un señor que era lo que había ocurrido y me explico que en una maniobra extraña del capitán, una de las anclas cayo al mar.
Yo en aquel entonases no le di una gran importancia, pero había gente que si, y avecinaban un mal presagio.
A las dos semanas de viaje, llegamos a Santiago de Cuba. Muchos pasajeros se bajaron
del barco ya que tenían miedo de continuar asta La Habana aunque ya tuvieran su pasaje pagado hasta allí. Luego de que los pasajeros terminaran de desembarcar partimos hacia La Habana. De camino a la Habana , nos topamos con una gran tormenta.
El barco se balanceaba como si fuera un niño en un columpio. Llegando a la Habana
el capitán mediante señales luminosas pedía socorro al puerto, pero desde el puerto,
se indico que no se podía prestar ayuda debido a la tempestad y se ordeno permanecer en alta mar hasta que finalizase la tormenta. La tormenta fue a peor, y de repente, salida de la nada, una ola de más de 20 metros golpeó el barco. Todos estaban muy asustados los hombres y las mujeres rezaban mientras que los niños no paraban de llorar.
De pronto, hubo un gran estruendo y como si de un terremoto se tratase todas las luces del barco se apagaron y un gran temblor se hizo notar. La gente corría por los pasillos del barco a oscuras y no paraban de gritar, yo voy por el pasillo y noto que mis pies están salpicando agua. Resultaba que se había hecho una fisura en el casco del barco y se estaba filtrando agua en pocos minutos todo el barco comenzó a inundarse de agua.
Yo estoy muy asustado como todos los pasajeros, y en este instante lo único en lo que pienso es en el porque no me había quedado en La Habana en aquella parada.
Mis piernas comienzan a temblar y no ya empiezo casi a nadar para moverme, de pronto el barco ase un extraño y vuelca, todo se llena de agua y ya casi no se puede respirar, yo levanto la cabeza lo mas que puedo pero tengo que salir lo antes posible del barco, me dirijo a el camarote para intentar salir de una de las ventanas.
Cuando llego al camarote intento romper la ventana. No se rompe y yo
Ya me imagino que este es mi fin en una tumba acuática.
Consigo romper la ventana, y salgo nadando lo más rápido que puedo asía la superficie,
llego a la superficie casi asfixiado y sin aliento veo un bidón de aceite y me agarro a él para poder flotar después de casi 5 horas a la deriva cuando ya ha pasado la tormenta, me recogió un atunero, a ellos les debo la vida, no sé si hubo más supervivientes.
Los atuneros me dieron una manta para abrigarme y me llevaron a Santiago de cuba allí conseguí trabajo y volví a la palma tras 7 años en Cuba.
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